¿La religión oprime?
TEOLOGÍACULTURA
Tomando en cuenta los pensamientos anteriores, muchas iglesias lo han aprovechado para identificarse como “espirituales” en contraste con iglesias “religiosas”. Pero, ¿será que esta distinción es correcta? Quizás hemos caído en el juego de la redefinición de palabras que nuestra cultura adora (yo mismo he caído en mi ignorancia). ¿Es la religión opresiva o será que hemos malinterpretado ese término y lo hemos confundido con algo mas? Por ello, es necesario entender esta palabra para analizar la afirmación que nos ocupa. Es posible hacer un análisis del uso de esta palabra en relación con todas las religiones conocidas, no obstante, me centraré específicamente en el uso de esta palabra en relación con el cristianismo.
Cuando tengo un momento para caminar por la ciudad, me gusta atravesar los parques de paso buscando personas con las cuales tener una conversación, evidentemente con intenciones evangelísticas. Es una práctica que, en lo personal, ha resultado de mucho provecho ya que, aunque no siempre las conversaciones terminan en una conversión, conozco mejor el pensamiento genuino de algunas personas que se proclaman “antirreligiosas”. Es interesante que gran parte de las personas que hacen esta declaración, no cuentan con el mismo concepto de “religión”. Muchos afilian la religión a las creencias y prácticas tradicionales generacionales; otros a un sistema específico de creencias, llámese cristianismo, budismo, hinduismo, etc; y otros lo ven como el opuesto exacto a la “espiritualidad”, como un estorbo para el verdadero desarrollo del hombre. Esto, en el contexto mexicano. Y aunque tienen conceptos diferentes de “religión”, todos llegan a la misma conclusión: la religión oprime. Diferentes ríos desembocan en el mismo mar.
La derivación de esta palabra ha sido muy discutida a lo largo de los años. Sin embargo, podemos apelar a las aportaciones de quienes han intentado definirla; como Cicero en su obra De Natura Deorum, divide la palabra en dos elementos, re-legere, y no es muy diferente a las propuestas hechas por Lactancio y Agustín, la cual la consideran derivada de religare, que significa “volver a unir”. También el verbo latín relligere, que significa “pensar cuidadosamente”, es decir, una observancia reverente del deber hacia Dios. Otras definiciones filosóficas como la de Schleiermacher apunta a un “sentimiento de dependencia absoluta”; para Huxley eran “aquellas cosas, eventos e ideas que despiertan el sentimiento de lo sagrado”; para Kant “la observancia de la ley moral como institución divina”; o para Tillich el cual los describe como la dimensión de profundidad en todas las funciones de la vida del hombre por estar fundamentalmente interesado en lo que es de valor último. Así mismo, la Encyclopedia of Philosophy ofrece una lista de características que hacen una religión, y aluden a cuestiones sobrenaturales, dioses, objetos sacros, ritos, códigos morales, oración y una cosmovisión específica.
No pretendo establecer una definición absoluta de esta palabra en este escrito, ya que ese no es el propósito. Sin embargo, las definiciones presentadas nos dan luz en cuanto a la inclinación histórica sobre la definición de “religión”, y que es muy distante del uso que le damos contemporáneamente. Incluso, en la Biblia, la encontramos como traducción de la palabra griega θρησκεια (threskeia), y es la razón por la que contamos con ella en el español, debido a su uso en la Vulgata Latina como religio. Threskeia apunta a la devoción piadosa y correcta a Dios, como en Santiago 1:27, por cierto.
¿Es la religión opresiva o será que la hemos malinterpretado?
Podemos darnos cuenta, que ha habido una cierta confusión en el uso de esta palabra en nuestros días, especialmente en el contexto desde donde escribo. Ya que, parte del pensamiento colectivo sobre “religión”, apunta más a instituciones que a convicciones. En México, gran parte de la población practica una religión por tradición. Están afiliados a una organización religiosa, que no necesariamente la consideran su fuente espiritual pero la practican por tradición. Otros por temor a las consecuencias de no hacerlo, ya que les han dicho que ese es el camino a la buena vida. Y otros, porque les parece que es una manifestación de lealtad familiar. Pese a la práctica, su teología está muy lejos de ser verdadera o centrada en el verdadero cristianismo bíblico.
¿Por qué sucede esto? Debido al excesivo enfoque en la observancia litúrgica, la gran mayoría traduce su participación litúrgica en “una relación correcta con Dios”, aunque no cuenten con suficiente información sobre Él como para poder afirmar conocerlo o tener una relación personal. Y aquellos que tienen una noción de Dios, es probable que no sea una convicción desarrollada por su propia reflexion teológica, ni su estudio bíblico personal, sino por un adoctrinamiento estricto, rígido y ajeno a la racionabilidad. Y es esto lo que provoca la ilusión de opresión, dado que al ser un adoctrinamiento irreflexivo no se argumenta a favor de la verdad, sino que se obliga a tener las mismas prácticas y seguir los mismos códigos éticos y morales sin ningun motivo razonable mas que la obligatoriedad de la organización apelando a la lealtad a quien está a la cabeza de esta o simplemente a la misma organización. Y podemos hablar tanto de católicos, como de evangélicos, ya que en ambas esferas es común observar esto.
El teólogo Paul Tillich definió la religión como la “realidad última”, pero aquellos que se dicen “religiosos” ¿en verdad lo ven de la misma forma?. Aquellos que están en contra de la religión, de hecho, señalan contra ella la ausencia de propósito, espiritualidad y certeza de ser la realidad última, debido al adoctrinamiento irreflexivo y poco razonable. Muchos resienten la obligatoriedad de la práctica litúrgica y la imposición de los códigos éticos y morales. Y no solo esto, sino que, al rechazarlo, sobreviene a ellos el reproche agresivo-pasivo de los fieles militantes.
Esto ha provocado la idea de la religión opresiva. Algunos han querido esquivar la problemática aludiendo al pecado evidenciado en aquellas personas que rechazan la religión, pero si escuchamos verdaderamente a quienes la rechazan, nos daremos cuenta que el problema no necesariamente es su pecado expuesto, sino la actitud de los militantes fieles a una organización religiosa.
Con esto, tenemos mas claro por qué hay aversión a la religión, sin mencionar los abusos que ha habido por parte de algunos ministros que se han aprovechado de sus posiciones de influencia. Pero, nuevamente, nada de esto define lo que la religión es, y tampoco significa que la religión no brinda espiritualidad o que no sea la realidad última (hablando del cristianismo específicamente). Mas bien, la actitud del religioso se asocia al concepto de religión. Eso distorsiona lo que la religión es, y ha provocado que las iglesias evangélicas de hoy busquen desesperadamente disociarse de esta idea. Sin embargo, en mi opinión, no es del todo incorrecto usar la palabra “religión”. De hecho, esa palabra es solo un intento por definir un estilo de vida observable que se basa en un poder superior al hombre; no obstante, la idea puede llegar aun mas profundo, especialmente cuando del cristianismo se trata.
Si pensamos en la religión como la realidad última, significa que no todas las religiones pueden proveer esto. De hecho, si la religión es la realidad última, no puede ser una institución u organización fundada por nadie. Es decir, si Dios existe desde la eternidad y es la fuente de todo lo que existe, la religión no es una institución u organización fundada sino que existe una religión natural y universal que es la realidad última que encontramos en el Creador, quien es también la medida de todo. Entonces, la religión natural que proviene del Creador, que no ha sido fundada ni inventada por nadie, es lo que Jesús enseñó, la realidad última que proviene del Padre y que lleva al Padre. Jesús no fundó una religión, aunque sí una Iglesia, la familia de Dios. Y el cristianismo es una expresión de la religión natural, que también es histórica y particular. Justo L. González, define el cristianismo como la verdadera religión combinada con elementos eclesiásticos e históricos cuyo propósito era únicamente llevar al cumplimiento de la vocación ética universal. Por lo tanto, cualquier ideología que no apunta a la realidad última o a esta religión natural, podría ser considerada como una falsa religión.
Es la falsa religión la que oprime al ser humano, no la religión verdadera que proviene del verdadero y único Dios soberano. Hemos cometido el error de colocar las falsas religiones y la religión verdadera en la misma categoría, y se han tratado como iguales. Pero debemos entender que aún aquellos que critican la “religión”, practican un tipo de religión equivocado que se basa en la “no religión” y rechazan toda pretensión de verdad exclusiva como si ellos poseyeran una verdad exclusiva. Muy similar al dilema de la declaración absoluta “no hay verdad absoluta”, el suicidio intelectual mas popular de nuestros días. Me acuso de ser la clase de teólogo que reclama una verdad absoluta y exclusiva en el cristianismo, dado que conocemos la verdad; no porque la hayamos reconocido sino porque nos ha sido revelada. La aseveración de verdad en el cristianismo no es arrogante dado que la verdad no proviene de nosotros sino de Dios quien la ha provisto a nosotros por medio de Su hijo Jesucristo y Su Palabra revelada. Nuevamente, el cristianismo es una expresión de la religión natural que proviene del Padre y lleva al Padre. Por lo tanto, esto no puede ser opresivo, sino todo lo contrario; una liberación definitiva de las fuerzas del pecado en nuestra vida que nos permite aspirar a la vida eterna, la cual también tiene muchas implicaciones en nuestra vida terrenal.
Ahora, vivir ignorando esta verdad puede ser desastroso para la verdadera vida espiritual. El ser humano, en su diseño, tiene un instinto religioso que lo impulsa a buscar religión. Al haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, debajo de nuestra naturaleza caída, hay un gran vacío en el alma que añora la presencia de nuestro Creador con gran vehemencia, y por lo tanto, naturalmente busca la religión. El problema viene cuando, de manera simplista, observamos la realidad última traducida como organizaciones e instituciones frías que le dan al hombre la ilusión de una relación con el verdadero Dios. O la adopción de ideologías que prometen una religión falsa disfrazada de lo que parece una clase de espiritualidad; pero la realidad es que, detrás de sus promesas, hay una prisión para el ego bañada en oro y llena de espejos para que constantemente se alabe a sí mismo mientras la falsa religión le encadena cada vez más a su egoísmo para desviar su atención de la verdadera religión y acallar el grito desgarrador del alma que clama desesperadamente por su Creador, hasta que finalmente ese grito termine por ahogarse en las aguas de la condenación eterna. Pero Dios, por medio de Jesucristo, nos ha dado el camino para, finalmente, tener acceso al trono de la gracia donde el infeliz puede encontrar perdón, gracia, misericordia y esperanza tanto para esta vida como la venidera; así como la libertad que el alma tanto había anhelado, disfrutando de la presencia de su Creador.
Entonces, después de estos párrafos, preguntémonos: y ahora que sabemos esto, ¿cómo hemos de vivir?